Publique, Luego Dígase Investigador

Existe un método en la academia para ser considerado “investigador”: si no publicas, no existes, y si no existes, no serás “investigador”. Eso es todo. El método es, en sí, estúpido, pues el aspirante a “investigador”, o el que ya le fué puesto el título y desea conservarlo, debe publicar indiscriminadamente. En la mayoría de los casos, en las llamadas “ciencias exactas”, me he topado con publicaciones que dan lástima. Tal parece que el pobre ejercicio de la tesis de titulación, se conseva a lo largo de la vida académica de muchos. Porquerías y basura se suma todos los días a los atiborrados estantes de las universidades. Mientras que la tesis sea un requisito para titularse, y mientras que para continuar en la academia sea necesario publicar y publicar, el astuto y holgazán llenará esos requisitos solo por cumplir, y no para innovar, descubrir, refutar o concordar. Pero en las mal llamadas “ciencias sociales” no hay para donde hacerse, porque son pocos los que persiguen innovar, descubrir, refutar o concordar. La mayoría sufre solamente de verborrea cerebral crónica, dado que la propia naturaleza de esas ciencias dá para escribir bibliotecas enteras, sin que nadie pueda refutar o concordar, con interminables bibliografías que crecen ad infinitum siendo, a veces, más extensas que las lastimosas publicaciones.

Tal es el caso del investigador de El Colegio de México Roberto Blancarte, que decidió invertir su tiempo en escribir el libro “El sucesor de Juan Pablo II”. Dejaré de lado el tema de moda del moribundo jerarca católico y los oscuros buitres especulantes volando en círculos sobre su cuerpo. Roberto piensa, habla y escribe páginas y páginas sobre el asunto sin llegar a ninguna conclusión, sin hacer ningún descubrimiento, sin refutar a nadie y sin acordar con ninguno. Si mi hija de 6 meses ya pudiese hablar, usando quizás un lenguaje mucho más accesible y divertido, tampoco hubiese llegado a nada nuevo acerca del papa, pero no se ostenta como “investigador” ni es miembro de El Colegio de México.

Es un problema verdaderamente importante el de los supuestos “investigadores sociales”, a nivel global. El que su amplia y reconocida trayectoria no sirva más que para ser invitados a los estúpidos páneles de debate en los que discuten bizantinamente horas y horas sin aportar nada, dado que a últimas fechas, han llegado al extremo de querer endosar la solución a cuestiones que deberían caer en su ámbito de competencia profesional a los científicos experimentales. Cuestiones trascendentes, de consecuencias graves, para los que los investigadores de las “ciencias exactas” no han sido formados, preparados, y que necesitan desesperadamente respuestas. Hay quien incluso ha propuesto que deberían incluírse en la formación de los científicos experimentales los ingredientes básicos de una formación relacionada con el ámbito social y filosófico, para suplir la falta de resultados, de aquellos que supuestamente a eso se dedican.

Estamos muy necesitados de avances en materias tales como el discurso, la política, la moral, la ética… sin embargo, gente como el Sr. Blancarte (cuya obra sirve para ejemplificar el presente, no es que sea especial o se separe del resto de los investigadores sociales) nomás no da una, ni siquiera una… pero no se necesita ser un sabio para predecir que su libro, sobre todo antes del proceso de sucesión papal, se venderá como pan caliente entre los siempre benditos ignorantes.

 

Comentarios formato anterior:

La exposición y la apertura, el remedio por Carlos Niebla el jueves 24 de marzo de 2005

Georgina, la exposición que nos brinda Internet, así como la apertura a que todo el mundo exponga su informada opinión, poco a poco (espero) irá cambiando el mundo de la pseudo-investigación y castigará a los mediocres como el sr. que escribe sobre la sucesión papal. Gracias por tu apoyo!

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