Está todo muy claro, pero siempre habrá quien le busque tres piés al gato. José Luis Figueroa, ahora ex-comisionado de la PFP, se fué por inepto, mientras que Marcelo Ebrard Casaubón, ahora ex-secretario de seguridad del D.F., se fué por peligroso.
Luego de analizarlo a profundidad, y de escuchar el día de hoy al vocero de la presidencia, Rubén Aguilar, entrevistado por Javier Solórzano en Hoy X Hoy, las razones salieron más que a flote, se cristalizaron, claras, diáfanas, inequívocas.
Definitivamente el mando operativo de la PFP, José Luis Figueroa, no hizo su trabajo, fué ineficaz, no cumplió con su encargo, y lo peor de todo: no hizo lo necesario para rescatar a sus propios subordinados de su espantosa muerte, perdiendo completamente el respeto de sus propias fuerzas, el don de mando, el liderazgo, no había manera de salvarlo a el mismo de perder su puesto, todo esto, muy claro.
Pero pasemos a Marcelo Ebrard, ahora en boca de los medios, de la gente, de los políticos, e incluso de los empresarios del D.F. Aquí el asunto se aparece complicado, complejo, con distintos tintes, enfoques y a cual más variado análisis de expertos tan chafas como siempre. Marcelo se fué por el mismo motivo que llevó a los habitantes de San Juan Ixtayopan a asesinar a los agentes de la PFP: por hacer peligrar el Estado de Derecho.
El Estado de Derecho no es otra cosa que El Imperio de La Ley. “Nadie estará por encima de La Ley” repetía una y otra vez el entonces presidente, Ernesto Zedillo, para que a nadie se le olvidase que el Estado de Derecho, que empezaba a asomarse en el ámbito de la nación, iba a llegar para quedarse. Lástima que aún en nuestros días ni ha llegado completamente (si bien ha tenido grandes avances) ni la ley que tenemos es precisamente lo que a todos nos gustaría que imperase, amén de que ya están las propuestas de reformas a nuestra ley en manos del congreso.
Marcelo Ebrard, y Andrés Manuel López Obrador amenazaron una y otra vez con incumplir la ley. Esto es inaceptable desde cualquier punto de vista. Quizás nunca habían, ambos, siquiera dicho nada en contra de la ley, ni actuado en consecuencia, quizás la misma ley a la que hacían referencia no fuese perfecta, pero el hecho es que una y otra vez, ante los medios, ambos amenazaron con no cumplir la ley. Repetían y repetían que si el presidente decidía destituir al secretario de seguridad pública, ellos no lo iban a acatar.
Fué precisamente el haber ignorado, pisoteado, insultado o soslayado el Estado de Derecho lo que a fin de cuentas sucitó los hechos en Tláhuac, y el advertir que una figura política y una figura policial de la estatura de Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard estaban haciendo gala de lo mismo, lo que llevó a Vicente Fox a tomar la decisión de destituir a Marcelo Ebrard.
Rubén Aguilar aceptó que no fué el mejor momento cuando Marcelo Ebrard presentaba un informe ante la Asamblea de Representantes del D.F., el mismo día que se presentaría con diputados y senadores.
Pero el objetivo es el mismo: el Estado de Derecho, El Imperio de La Ley, “Nadie estará por encima de La Ley”. En el discurso de Vicente Fox, en el de su gabinete, en el de su vocero, palabras siempre presentes para quien escuche el mensaje.
Tintes políticos, por supuesto. Asuntos relacionados con inteligencia policiaca, probables. Ineptitud, a lo mejor nunca lo sabremos con exactitud. Pero peligrosidad, y más en estos tiempos, tomando la estatura del puesto, la tribuna, pero sobre todo el momento, es inobjetable.
Marcelo Ebrard se despidió solito, y Andrés Manuel López Obrador sólo le ayudó.
Solo queda que mientras La Ley se acerca, sea cada vez una Ley cada vez mejor, algo que verdaderamente nos ayude y nos haga mejores.
¡Despertad, congreso!