¿Quién elije al congreso? El pueblo conoce (o se convence a si mismo de conocer) a los aspirantes al poder ejecutivo (nacional, estatal y municipal), pero poco sabe de sus representantes en los distintos poderes legislativos del país. Por lo general, es el poder ejecutivo el que es directamente elegido, mediante sufragio universal, por el pueblo. El poder legislativo no es, salvo en muy pocos casos, consecuencia directa de una elección conciente por parte del electorado, es más bien una cuestión secundaria derivada del gran evento que significa elegir al ejecutivo, el que aparece en los medios masivos, el que propone, el que debate, el que obtiene el share of mind, mientras que los diputados y senadores, en el mejor de los casos, pintan su nombre en largas bardas y cuelgan la cabeza de muchos postes por toda la nación.
Hoy sufrimos las consecuencias de las elecciones a medias, no pensadas, sopesadas, meditadas. Ahí están los mal llamados “diputados plurinominales”, que deben ser llamados “diputados de consuelo”, esos por los que nadie vota, esos que ya no deberían ocupar ningún lugar en la vida política. Como nadie conoce de la más simple estadística, no sabe que en cualquier encuesta se puede calcular el error porcentual con mucha precisión. Y es precisamente de ese pequeñísimo margen, de esa muestra de que las elecciones por el congreso son no más que un desatino, que se cuelgan los partidillos como el PVEM, que dedicado como está a sus mentadas alianzas, vende su despreciable valor por esos puntos porcentuales que pueden decidir una elección y gana las más de las veces esos curules plurinominales…
Hoy la estrategia política del legislativo se traduce en, simplemente, estorbar al ejecutivo. Poco lucen las iniciativas, las propuestas, ante las verdaderas peleas callejeras. Curiosamente nadie conoce a los Legisladores que legislan. Pero todos conocen a los diputadillos gritones, peleoneros, zocarrones, desarrapados y hasta fresitas que dedican todo su tiempo a criticar, contestar, demandar, pelear y hasta juzgar políticamente (tamaña estupidez, pues) a su respectivo ejecutivo.
Y aquí impera la Ley de Herodes, o te chingas porque no legislan, o te jodes porque mi pueblo es tan, pero tan ignorante y conformista que a pesar de estar enmedio de los cocolazos le vale madre y en el 2006 hará lo mismo: votará por su ejecutivo, pero cruzará sendas “X” a lo pendejo por su congreso.