Hace ya varios años, haciendo las compras en lo que entonces se llamaba todavía Aurrerá (ahora Walmart) de Universidad esq. con Miguel Angel de Quevedo, a mi familia y a mi nos sorprendió que no solo había carteles que, colgando en el área de cárnicos, anunciaban la venta de Pavos para festejar el día de acción de gracias, sino que se anunciaba por los altavoces “lleve su pavo para celebrar, en compañía de su familia, el día de acción de gracias”. Por supuesto que habiendo una larga comunidad de inmigrantes de los Estados Unidos de América en nuestro país, en alguna parte se tienen que vender productos relacionados con sus tradiciones nacionales, y el pavo sería un elemento más que apreciado por ellos para celebrar tan importante día (para ellos).
Pensando que había quedado atrás el “incidente” en el súper de hacía tiempo, y solo escuchando de vez en cuando que en algunos lugares se vendían productos relacionados con dicha celebración (además, en lugares muy frecuentados por la comunidad estado-unidense), pensé que todo estaba tan bien como siempre, y que siendo una comunidad tan importante en nuestro país (pues se trata de nuestros vecinos y más grandes socios). Pero hoy fuí no muy gratamente sorprendido.
Visitando un Sanborns, el ubicado en Avenida de la Paz e Insurgentes, acostumbrado a su conocido ambiente mexicano, a los originales trajes tipo Adelita de sus meseras, me topé con que no había menú de comidas, de hecho, no había los típicos trípticos sobre las mesas para vender los desayunos, comidas y cenas (con todo y café o refresco). Hoy había, en la solapa, un “Menú de Acción de Gracias”.
No se si fué un hecho bien intencionado, simple ignorancia de quien se encarga de hacer los menús de la cadena de restaurantes, una confusión de haber creído que era algo que se celebraba en México por los mexicanos, así como el infame Jalogüín… pero el hecho es que parece ser que pronto, a la par del 16 de septiembre, se celebrará el 4 de julio… pobres de mis compatriotas menos agraciados, como diría Cervantes, sin sal en la mollera, hijos del maíz, jijos de la chingada, que se dejan llevar todavía por espejitos y cuentas de vidrio…