Mi opinión personal sobre el posible desafuero de AMLO, es que el tema del desafuero, en si, no importa. El que Andrés Manuel López Obrador sea desaforado y luego procesado carece completamente de cualquier consideración de mi parte. Pero de ahí a que debido a eso (o a sus posibles consecuencias al dictarse una sentencia en contra de AMLO) el señor no pueda competir electoralmente para ocupar la presidencia de la república, eso es otra cosa.
En primer lugar, está el hecho de que a opinión de subprocurador Jurídico y Asuntos Internacionales de la Procuraduría General de la República, Alejandro Ramos Flores, se puede interpretar la Constitución como que “toda persona sometida a un proceso penal queda suspendida en sus derechos políticos”. Este es el primer gran problema que aparece en este proceso. ¿Como es posible que, si sabemos que las cárceles de este país están repletas de personas a quienes no se ha dictado sentencia en su contra, no actuemos en contra de esto? ¿No deberíamos, en primer lugar, de gozar de todos nuestros derechos, todas nuestras libertades, hasta que se nos dicte sentencia en nuestra contra? No hablo por AMLO, hablo por mi, por los que quiero, por los que me son cercanos. Es una completa injusticia el que no contemos con un sistema judicial que este de parte nuestra, más bien en nuestra completa contra. Es injusto que tengamos que probar nuestra inocencia en lugar de que el sistema tenga que probar nuestra culpabilidad. No me esperaría a que me tocara a mi sufrir un proceso judicial, saldría a las calles con todo lo que pudiese hacer si con ello pudiese lograr un cambio em esa parte del sistema.
En segundo lugar, está el que una vez dictada una sentencia, quedase suspendido en el goce de sus derechos políticos. Eso es completamente absurdo. Parece diseñado para que se puedan eliminar los adversarios políticos (y no quiero parafrasear a AMLO, así es como a mi me parece). En lugar de eso, debería ser “mientras dure una condena penal, quedarán suspendidos los derechos políticos…”. Imagino a un Mandela que no pudo llegar a la presidencia de su país porque o había sido sujeto a un proceso penal o había sido sentenciado a cumplir una condena. Pero no me voy más lejos: nuestro muy querido y admirado Heberto Castillo, por haber estado sometido a ambos (por la misma persecución política) nunca pudo haber llegado a ser presidente de este país. Es absurdo.
Así que, tratándose de un delito menor (el del desacato al que se somete ahora a AMLO) que ni siquiera sentencia tiene estipulada, en caso de ser desaforado para ser sometido a un proceso, no debería perder sus derechos políticos, y en caso de ser sentenciado solo debería perderlos mientras dure su condena, pero como es un delito menor, lo más seguro es que o alcance fianza o simplemente no se le condene a ninguna pena, por lo que tampoco debería perder sus derechos políticos.
El caso es interesante debido a que necesariamente polariza a la población, dado que los principales actores están en lados totalmente opuestos en el escenario político. Yo no estoy a favor ni de unos ni de otros (y lo digo fuertemente, no votaría por ninguno de los dos, ya que no me convencen). Yo creo que lo que está en juego es un cambio súmamente necesario tanto en nuestras leyes como en la forma en las que las ejecuta actualmente un sistema judicial añejo, bizarro y estúpido.
Debido a lo anterior, y sin inclinación política, si se le quitan sus derechos políticos a AMLO, por supuesto que voy a salir a las calles a defender mis derechos, porque es una gran oportunidad de cambiar lo que no me gusta de mi país, no para apoyoar a AMLO. Haré lo mismo en el caso de que a Catañeda le sea negado su derecho constitucional de contender, como ciudadano, a ser presidente de la república. Hay muchos idiotas que intentan defender a las instituciones a toda cosa, aún a costa de ellas, y es en contra de esos imbéciles que fijo mi postura, a favor de defender mis derechos actuales.