Llevo 14 años siguiendo de cerca al fenómeno de Andrés Manuel López Obrador. Quizás por ello, me resulta desesperante leer, escuchar o ver a una cabeza hablante especular sobre AMLO como si lo hubiesen conocido éste año, luego de las elecciones presidenciales. Y más que desesperante a los politólogos que dicen conocerlo desde mucho antes de ser Jefe de Gobierno del Distrito Federal, pues era una persona muy distinta, no era un estadista, ni siquiera sui generis. A AMLO se le conoce por sus obras, por sus discursos, por sus intenciones patentes, y no por lo que a una cabeza hablante se le ocurra que quizo decir. Y AMLO es un político muy, pero muy claro.
amlo
El viernes 11 de diciembre fuimos invitados a la 2da. función de la obra “Ay Juanito no te rajes!” al el Teatro Blanquita, por el Director del Centro Artístico Multidisciplinario (donde se encuentra una de mis empresas, NAYA), Alfonso Reyes. No dejé pasar la oportunidad de conocer, como siempre de primera vista, a uno de los actores principales de la política nacional.
Los medios le dedicaron 30 segundos, algunos hasta un minuto completo. En los diarios hay una cronología que más bien parece desdén compartido. Vuelve a ser evidente que quien usa los medios tradicionales para enterarse de algo, termina sin enterarse de nada.
Siendo crítico y escéptico tenía que atestiguar por cuenta propia el estado actual de las elecciones en México. Ser así es algo raro en un país de “jugadores de tribuna”, acostumbrados a consumir pasivamente lo que los medios les ponen en la mesa, para rejurgitarlo después y volverlo a mascar junto con sus congeneres.
Muy temprano por la mañana, me había quedado de ver con unos amigos para ir a la manifestación en el zócalo capitalino. Eran las 6:30am (la concentración estaba citada para las 9:00am) y era jueves. Llegué, como de costumbre, temprano a la cita. Del metro Hidalgo a la entrada del hotel Sheraton Centro Histórico, en la avenida Juárez, solo son unos pasos. Nunca había estado ahí tan temprano, y la vista de una ciudad dormida (pero tan dormida) da paso rápido al trajín de todos los días. Era jueves (día laboral, enmedio de una semana cualquiera), y no se hicieron esperar aquellos que desde muy temprano limpian la calle, venden tamales afuera del metro y preparan la metrópoli para aquellos que más tarde han de usarla. Me senté en una banca justo en la entrada del moderno hotel, y esperé.
Ahora con moñitos blancos… Carlos Gelista ahora propone, en (según el) contra parte a los moños tricolores para expresar el “no al desafuero de AMLO”, moños blancos para repudiar la agresión que sufrió la diputada local Gabriela Cuevas a manos de “simpatizantes del PRD”. Gabriela Cuevas, junto con la fracción del PAN en la Asamblea Legislativa del D.F., es quien, amparo en mano, desea (con todas sus fuerzas) interpelar a AMLO en sus conferencias matutinas, pero que también desea (con todas sus fuerzas) que uno no la interpele en la calle. Por supuesto que estoy en contra de llegar a agredir físicamente a alguien por sus opiniones, pero alguien tiene que decirle a Carlos Gelista, por el bien de su partido, que se deje de moñitos, velitas y declaraciones insulsas… el PAN no es un partido de mariposones, ¿o si?
Mi opinión personal sobre el posible desafuero de AMLO, es que el tema del desafuero, en si, no importa. El que Andrés Manuel López Obrador sea desaforado y luego procesado carece completamente de cualquier consideración de mi parte. Pero de ahí a que debido a eso (o a sus posibles consecuencias al dictarse una sentencia en contra de AMLO) el señor no pueda competir electoralmente para ocupar la presidencia de la república, eso es otra cosa.