La ilegalidad está tan arraigada en la sociedad, que no solo es imposible combatirla (imposible usando métodos tradicionales, claro está), sino que a veces es el único camino que dejan las ineptas autoridades, y no es que justifique de ninguna forma el que se siga el camino de la ilegalidá, no señor, pero en el caso que nos ocupa esta vez la autoridad insiste en forzar el camino fuera de la ley.