Algunos lectores preguntaron el porqué mi blog no se actualizaba. Murió mi padre. Con el murió mi consejero personal, mi mediador infalible, una de las dos ramas que me sostienen como hoja en el árbol de la vida. Mi papá se fué, para siempre. No hay una segunda vida (aunque el pensaba que si) y es terrible pensar que nunca más lo voy a volver a ver, que todos sus consejos y que todo lo que me enseñó ya no va a estar tan cerca como para seguir consultándolo, para poderle pedir ayuda o consuelo. Mi papá, mi papá, father…
papa
Pocas campañas tan fallidas como la que se presenta actualmente en Cinemex, poco antes de iniciar cualquier película, “en contra de la piratería”. Es tan mala, pésima, chafa, que lo hace a uno morirse de la risa.
Pensé que no iba a escribir nada sobre la muerte de Juan Pablo II, y no lo voy a hacer. Pero de forma relacionada he de decir lo siguiente acerca de su recién nombrado sucesor, ex-cardenal Ratzinger, ahora papa Benedictus XVI: El discurso que pronunció en la última misa celebrada en la basílica de San Pedro, que muchos vieron como su promoción como papable, concuerda con mi visión sobre la congruencia: un conjunto maduro de creencias (o, en caso de los no-creyentes, de reglas) no anda cambiando según el viento del momento, no se ajusta a los tiempos, es constante y se respeta. Y agrego yo: respetar las propias reglas, aún a costa de algún beneficio, es respetarse a si mismo. Quien se falte al respeto, no merece el respeto de nadie. Unica coincidencia con el sr. Ratzinger / Benedictus XVI. Dicho lo cual, finiquitado el asunto.