Llevo 14 años siguiendo de cerca al fenómeno de Andrés Manuel López Obrador. Quizás por ello, me resulta desesperante leer, escuchar o ver a una cabeza hablante especular sobre AMLO como si lo hubiesen conocido éste año, luego de las elecciones presidenciales. Y más que desesperante a los politólogos que dicen conocerlo desde mucho antes de ser Jefe de Gobierno del Distrito Federal, pues era una persona muy distinta, no era un estadista, ni siquiera sui generis. A AMLO se le conoce por sus obras, por sus discursos, por sus intenciones patentes, y no por lo que a una cabeza hablante se le ocurra que quizo decir. Y AMLO es un político muy, pero muy claro.